lunes, 30 de septiembre de 2013

Crónica negra


Enciendo el televisor y en pantalla aparece por enésimo día algún pariente –más lejano o cercano según la hora del día -, amigo o conocido de alguna víctima de una terrible tragedia o asesinato. Estas escenas de entrevistas más o menos incómodas, rozando el morbo, se suceden tanto en programas vespertinos, como incluso en programas nocturnos de “prime time” y por desgracia ya no entienden de cadenas, esta moda de vender morbo a todas horas se ha apoderado incluso de la televisión pública. Esta infección se ha extendido incluso hasta programas que hasta hace dos telediarios se dedicaban íntegramente al debate político.

El derecho a la información se ha deformado hasta llegar a una explotación de un suceso concreto para vendérselo a la audiencia durante el máximo tiempo posible, el suficiente para encontrar la siguiente desgracia a la que sacarle su jugo. Porque una cosa es informar puntualmente de los sucesos y de su desarrollo, y otra muy distinta es estar constantemente metiendo el dedo en una llaga aún abierta, llegando incluso a enjuiciar a culpables e inocentes sin apenas aportar un fajo de pruebas sin verificar sobre la mesa.

El juicio mediático está peligrosamente substituyendo al penal, manipulado según las directrices ideológicas de los medios, pudiendo en un determinado medio ser un acusado culpable y en otro totalmente inocente. No seré yo quien niegue el derecho a la información, o a la opinión, todo lo contrario, pero esto es una mercantilización de las desgracias, aprovechándose de la curiosidad innata de los españoles por saberlo todo de la vida de los demás. 

Hasta el jueves pasado no me había dado cuenta de hasta qué punto está de extendida esta práctica, fue a raíz de un comentario escuchado en la radio mientras viajaba en autobús por Murcia –algo por otro lado poco habitual, desde que su precio subió – que versaba precisamente sobre el hecho de que se había puesto de moda la crónica negra, acorde con el tiempo oscuro que vivimos. Una válvula de escape de la sociedad, ¿Nos sentimos mejor viendo la desgracia ajena? ¿O despierta una empatía y/o solidaridad que nos reconforta? Como no soy sociólogo, ni psicólogo, ni tengo conocimientos en ningún campo de ese estilo, no puedo responder a estas preguntas, y ni siquiera sé si he formulado las preguntas correctas.
Visto lo visto nos espera una temporada de crónica negra, hasta que los medios encuentren un nuevo “panis et circensis” con el que hacer caja.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Agendas para el olvido



¿Debería fundar un partido político o presentar mi currículum a alguno existente para solicitar un puesto de trabajo? Quizás sea una idea muy estúpida, pero lo que sí tengo claro -bromas aparte- es que viendo los últimos acontecimientos en la calle Génova de Madrid parece que soy capaz de hacerlo mejor que alguna gente, pues sin demasiado esfuerzo he sido capaz de encontrar mis agendas de los últimos 12 años, todas las que he tenido en mi vida.

Prueba gráfica, 12 años en agendas.
Aporto prueba gráfica, y antes de que me lo digáis, hay 11 agendas. Pero esto tiene explicación razonable, algunas son de los mismos años, y la última que tengo es del curso 2009/2010 en la USC. Nunca he dependido de ellas para organizarme -aunque mejor debería decir desorganizarme-, por lo que muchas son regalos o material académico, y es por eso que no tengo ninguna posterior al último curso que pisé las aulas de la Universidade de Santiago de Compostela. Pero ahí las tenéis, parte de mi vida resumida en agendas.

Como ya he dicho, nunha he sido buen usuario de ningún tipo de agenda, aunque lo he intentado muchas veces, tanto con agendas analógicas como con software en pc o más recientemente en smartphone. No encontraréis por lo tanto, nada interesante en ellas, y mucho menos datos reveladores o secretos. Siento decepcionaros.

lunes, 9 de septiembre de 2013

101. Silencio y blog en blanco

Sin darme cuenta, y sin que yo quisiese voluntariamente que así fuese, a la entrada número 100 en este blog -9 de mayo- le ha seguido un largo período de sequía creativa. Mea culpa. Aunque más bien debería denominarla de olvido, pues aunque no con demasiada frecuencia, si he continuado escribiendo en mi otro blog (en gallego) durante estos últimos cuatro meses.

Tengo que reconocer que sigo sin tener muy claro qué busco en este blog, que al desviar las publicaciones más personales se ha quedado vacío de contenido, a la espera de grandes publicaciones que nunca acaban de llegar. Espero por una inspiración o unos hechos o éxitos extraordinarios a comentar, y siempre me parece que la vida ordinaria no es digna de una página que intento catalogar como “profesional” y no “personal”, diferenciándola así de su filial de wordpress.com en gallego. El resultado es que exceptuando algunas entradas de opinión y reflexión, desde mi regreso de Suecia apenas he puesto el programa de un par de conciertos y audiciones del conservatorio.

No sé si debo cambiar mi modelo de blog, por la incapacidad que manifiesto para dotarlo de un contenido regular acorde con su situación en la red. No voy a decir que sea un blog de éxito, nada más lejos de la realidad, pero no es invisible, las visitas no son abrumadoras, pero son constantes en el tiempo incluso a pesar de la falta de regularidad y publicidad, llegando a sumar cerca de 17.000 visualizaciones a lo largo de todos estos años desde que Blogger comenzó a contar visitas en mayo de 2007. También me sorprende que –gracias sobre todo a Google- sigan llegando visitas cuando no suelo buscar polémica, ni trato temas calientes de la actualidad, tampoco recibo comentarios, no busco provocaciones y no publicito mis entradas más allá de un aviso en RR.SS. (Twitter, Facebook) cada vez que publico o un tema se vuelve a poner de actualidad. Y es por eso que pienso que pese a cómo lo maltrato presiento que este blog tiene potencial como plataforma a través de la cual llevar ideas, contenidos y opiniones al mundo.

Quizás el problema no sea  el modelo sino la desmotivación que sufro a la hora de involucrarme activamente en la reivindicación, a la vista de la situación política, social y económica del mundo… vale, del Sur de Europa. No me gustan las etiquetas que tanto abundan y, por lo tanto, no me gusta que me etiqueten. No me creo la idea de que la humanidad entera, con la complejidad neuronal y psicológica que hay en una sola persona, estemos condenados e elegir entre A y B, blanco y negro, como si no existiesen los grises, los puntos intermedios. No me gustaría ganar “audiencia” a base de provocar a la gente, de buscar morbo, pues a diferencia de los periodistas yo no tengo que venderle nada a nadie, sino que me interesa ganar otro medio de comunicarme con el mundo, ya sea a través de la música –como lenguaje universal-, de opiniones escritas, de fotografías o de cualquier otro modo.

Es tiempo de ser más activos, pues la pasividad y la confianza ciega nos han llevado a la situación que vivimos, es tiempo de involucrarse, sin duda alguna.