Sin darme cuenta, y sin que yo quisiese voluntariamente que
así fuese, a la entrada número 100 en este blog -9 de mayo- le ha seguido un
largo período de sequía creativa. Mea culpa. Aunque más bien debería
denominarla de olvido, pues aunque no con demasiada frecuencia, si he continuado
escribiendo en mi otro blog (en gallego) durante estos últimos cuatro meses.
Tengo que reconocer que sigo sin tener muy claro qué busco
en este blog, que al desviar las publicaciones más personales se ha quedado
vacío de contenido, a la espera de grandes publicaciones que nunca acaban de
llegar. Espero por una inspiración o unos hechos o éxitos extraordinarios a
comentar, y siempre me parece que la vida ordinaria no es digna de una página
que intento catalogar como “profesional” y no “personal”, diferenciándola así de
su filial de wordpress.com en gallego. El resultado es que exceptuando algunas
entradas de opinión y reflexión, desde mi regreso de Suecia apenas he puesto el
programa de un par de conciertos y audiciones del conservatorio.
No sé si debo cambiar mi modelo de blog, por la incapacidad
que manifiesto para dotarlo de un contenido regular acorde con su situación en
la red. No voy a decir que sea un blog de éxito, nada más lejos de la realidad,
pero no es invisible, las visitas no son abrumadoras, pero son constantes en el
tiempo incluso a pesar de la falta de regularidad y publicidad, llegando a
sumar cerca de 17.000 visualizaciones a lo largo de todos estos años desde que Blogger
comenzó a contar visitas en mayo de 2007. También me sorprende que –gracias sobre
todo a Google- sigan llegando visitas cuando no suelo buscar polémica, ni trato
temas calientes de la actualidad, tampoco recibo comentarios, no busco
provocaciones y no publicito mis entradas más allá de un aviso en RR.SS. (Twitter,
Facebook) cada vez que publico o un tema se vuelve a poner de actualidad. Y es
por eso que pienso que pese a cómo lo maltrato presiento que este blog tiene
potencial como plataforma a través de la cual llevar ideas, contenidos y
opiniones al mundo.
Quizás el problema no sea el modelo sino la desmotivación que sufro a la
hora de involucrarme activamente en la reivindicación, a la vista de la
situación política, social y económica del mundo… vale, del Sur de Europa. No
me gustan las etiquetas que tanto abundan y, por lo tanto, no me gusta que me
etiqueten. No me creo la idea de que la humanidad entera, con la complejidad
neuronal y psicológica que hay en una sola persona, estemos condenados e elegir
entre A y B, blanco y negro, como si no existiesen los grises, los puntos
intermedios. No me gustaría ganar “audiencia” a base de provocar a la gente, de
buscar morbo, pues a diferencia de los periodistas yo no tengo que venderle
nada a nadie, sino que me interesa ganar otro medio de comunicarme con el
mundo, ya sea a través de la música –como lenguaje universal-, de opiniones
escritas, de fotografías o de cualquier otro modo.
Es tiempo de ser más activos, pues la pasividad y la confianza
ciega nos han llevado a la situación que vivimos, es tiempo de involucrarse, sin
duda alguna.
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