jueves, 30 de julio de 2009

El concilio de Trento y la música

Contexto histórico.

La Europa del siglo XVI era políticamente diversa. Desde las monarquías autoritarias y sus procesos de centralización hasta la pluralidad política existente en Italia o el Imperio, pasando por las repúblicas burguesas en los países bajos y el imperio turco, bajo las órdenes del sultán, cabeza política y a la vez religiosa. La rivalidad hispano-francesa y la amenaza de los turcos centrarán la actividad bélica. En este siglo esta rivalidad se personifica en las figuras de Carlos I (España) y Francisco I (Francia). Ambos rivalizaron en la eleccion del sucesor del emperador Maximiliano I, inclinándose por el que pasará a ser llamado Carlos V, en 1519. Los conflictos comienzan en 1521 como respuesta de Francisco I, estos conflictos por la hegemonia europea tienen como tablero de juego Italia, con variaciones la hegemonia francesa se centró en el norte y la imperial en el sur, con los Estados Pontificios en medio.
En el plano económico y demográfico, el siglo XVI es un siglo de recuperación tras la crisis bajomedieval. Aumenta el comercio y el número y tamaño de las ciudades. Las relaciones con las colonias americanas influyen sobre esto. Aun así estas valoraciones hay que tomarlas siempre con cuidado, pues estamos hablando de una mejora con respecto a la situación anterior, a pesar de que se hable de un comercio exterior, por ejemplo, no olvidemos que es minoritario a causa de las todavía malas comunicaciones, el progreso de la navegación permite en parte estos avances.
La sociedad del siglo XVI no presenta grandes cambios con respecto a etapas anteriores en su forma de articularse (sociedad jerárquica basada en el privilegio y en la división en estamentos atendiendo a funciones específicas: bellatores, oratores y laboratores). Se habla de una sociedad descontenta, que frecuentemente estalla en protestas, en este siglo abundan las revueltas populares o el bandolerismo.

La contrarreforma.

La reforma católica, movimientos previos.

A principios del siglo XVI, algunos laicos y eclesiásticos tomaron vigorosas iniciativas de reforma, pero particulares para una diócesis, para una congregación, etc. Lo propio de la Reforma católica, frente a otras reformas cristianas, fue su unidad y universalidad. Sucesivos papas acaudillaron la transformación de toda la iglesia según el mismo modelo, definido en el Concilio de Trento y aplicado paulatinamente según las circunstancias particulares de cada zona.
Movimientos previos a esta reforma son los que se dieron en las penínsulas Ibérica e Itálica a principios del XVI. Los Reyes Católicos pusieron cuidado en la elección de sus obispos, como por ejemplo el Cardenal Cisneros, uno de los modelos de obispo reformista. En Italia las reformas parten de la base fundándose pequeñas congregaciones. La fundación más importante y original será la de Ignacio de Loyola, que funda la Compañía de Jesús.

El concilio de Trento (1545-1563).

El concilio se inauguró después de tres convocatorias fallidas el 13 de diciembre de 1545 en Trento, ciudad del Imperio pero en la vertiente italiana de los Alpes. Tuvo un desarrollo muy agitado en tres fases discontinuas: cuatro años bajo Paulo III (1545-1549), un año con Julio III (1551-1552), y casi dos con Pío IV (1562-1563). A pesar de las dificultades y los sobresaltos, pudo llevar adelante la gran reforma que marcó los trazos esenciales del catolicismo hasta el siglo XX.
Los obispos y generales de órdenes fueron pocos en la primera fase, con mayoría absoluta de italianos. En la segunda fase, con Julio III, aunque no acudieron obispos franceses, por las tensiones entre Enrique II y el Emperador, si lo hicieron algunos luteranos. Tras Julio III, su sucesor Paulo IV optó por una reforma autocrática y no continuó con el concilio. A su muerte, la elección de Pío IV permitió reanudar el concilio, pero con una coyuntura que hizo que se centrasen más en las reformas internas en vez de responder contra las doctrinas de Lutero y Zwinglio.
El 4 de diciembre de 1563, en la sesión de clausura, 6 cardenales, 3 patriarcas orientales, 25 arzobispos, 169 obispos, 7 abades y 7 generales confirmaron todos los decretos adoptados desde 1546, que Pío IV ratificó inmediatamente.

Consecuencias generales.

Trento reafirmo los principales dogmas de la fe católica frente a los protestantes. También, la iglesia se reorganizó para afrontar con mayor eficacia la “cura de almas”.
Se promovieron las formas de piedad popular, potenciándose la creación de cofradías, el culto a la Virgen y a los santos y la celebración de la Semana Santa y el “Corpus Christi”.
Los cambios disciplinares también tuvieron muchísima relevancia. Se reafirma el celibato y se exige una formación moral, para lo que se erigen seminarios en todas las diócesis. También se estipula que el obispo debe controlar sus parroquias, realizando visitas y revisando sus archivos parroquiales. Son los archivos parroquiales una de las aportaciones más útiles que el concilio ha hecho a la historia, más aún a los historiadores, al ser una fuente básica para el estudio de la historia moderna.
Desde Roma se acabó por imponer un Misal (1570), un Breviario para el rezo (1568) y un texto de la Biblia, la revisión de la Vulgata de San Jerónimo (1592). Nunca hasta entonces la iglesia había sido tan uniforme. Por reacción antiprotestante, la Biblia permaneció inaccesible al pueblo, que solo la escuchaba en latín en la liturgia. La catequesis no era bíblica, sino dogmática.
Sus reformas litúrgicas siguieron en vigor hasta los año 60 del siglo XX (Concilio Vaticano II).

Disposiciones sobre la música.

Cuando el concilio de Trento organizó su tercera y ultima serie de sesiones en 1562, abordó varias cuestiones relativas a la música religiosa, sobre todo referentes a la naturaleza de la polifonía religiosa. Se sometía a juicio la polifonía –más específicamente, el contrapunto de los flamencos– porque esta música empañaba las palabras e introducía con frecuencia elementos profanos en la música religiosa.
Nada de esto era nuevo, Calvino ya había declarado culpable a este contrapunto un cuarto de siglo antes.
En septiembre, un grupo de delegados redactó un escrito en el que insistían en que los elementos profanos debían ser eliminados de la música religiosa y que la música no debía empañar ni oscurecer el texto.
Esta reivindicación estaba claramente lejos de la prohibición total de la polifonía. De hecho, todos los intentos de prohibición fracasaron gracias, al parecer, a una serie de piezas del compositor flamenco Jacob de Kerle (1531/1532-1591) en las que demostraba a los delegados que la polifonía era capaz de proyectar las palabras de manera inteligible.
La reforma tamebien se hizo sentir en otras áreas de la música aparte de la polifonía. Pasaron a un primer plano nuevos géneros o redescubiertos, la mayor parte caracterizados por un estilo sencillo como la Missa Brevis, la Lauda o los Madrigali Spirituali.
En el espíritu de hacer una liturgia estándar, el papa Gregorio XIII, en 1577 encargó a Palestrina y a Annibale Zoilo la reforma de los libros de canto de la iglesia. Aceptaron el puesto pero pronto abandonaron el proyecto, que quedó en manos de Felice Anerio y Francesco Soriano que publicaron la versión autorizada de los cantos en la llamada Editio Medicea de 1614.
Atlas destaca dos reformas litúrgico-musicales en particular, una fue la estandarización de la liturgia de la misa de réquiem; la otra fue que de la cantidad de secuencias que se habían ido acumulando, sólo cuatro escaparon a la censura del concilio: Victimae Paschali laudes (Pascua), Veni sancte spiritus (Pentecostés), Lauda Sion (Corpus) y Dies Irae (misas de réquiem). En 1727 se restableció el Stabat mater para la festividad de la dolorosa.
La reforma del gregoriano no se revisó hasta el siglo XIX con Pío X y los monjes de Solesmes (1904).


Panorama musical.

España: Tomás Luis de Victoria (1548-1611).

El compositor más importante de la escuela romana después de Palestrina fue el español Tomás Luis de Victoria. Durante el siglo XVI hubo una estrecha vinculación entre los compositores españoles y romanos.
Victoria llegó al Collegio Germánico de los jesuitas en Roma en 1565; probablemente estudió con Palestrina y le sucedió como maestro del seminario en 1571. Volvió a España hacia 1587, donde fue nombrado capellán de la emperatriz María.
Sus composiciones son exclusivamente sacras. Las mayoría de las misas de Victoria se basan en uno de sus motetes, como es el caso de la misa “O mágnum mysterium”, basada en el motete homónimo.
El motete “O mágnum mysterium” explota una variedad de texturas y motivos para expresar sucesivamente el misterio, la maravilla y la alegría de la Navidad. Victoria convierte el principio del motete en una fuga con dos sujetos similares derivados del único tema del motete. Al igual que Palestrina, Victoria se esforzó por conseguir una armonía de tríadas completas, excepto al final de las secciones del Kyrie donde prefería el sonido puro de las consonancias perfectas.
Otros compositores españoles notables de música eclesiástica fueron Francisco Guerrero (1528/1599) y el catalán Joan Pujol (ca. 1573-1626), que pertenece cronológicamente a un período posterior, aunque su estilo es, en esencia, el de la escuela de Palestrina y Victoria.

Italia: Palestrina y Orlando di Lasso (1532-1594).

Palestrina es el referente de la música de la contrarreforma, razón por la cual será tratado a parte.
Lasso se encuentra entre los grandes compositores de música sacra de fines del siglo XVI. Destacan sobre todo sus motetes. Fue una de las figuras más cosmopolitas de la historia de la música, y su producción total, finalmente, llegó a superar las dos mil obras.
Durante los últimos años de su vida, bajo la influencia del espíritu de la Contrarreforma, Lasso se consagró por completo a poner en música textos sacros, sobre todo madrigales religiosos.
No es posible hablar verdaderamente de un “estilo de Lasso”; se trataba de un hombre demasiado versátil. El contrapunto franco-flamenco, la armonía italiana, la opulencia veneciana, la vivacidad francesa, la gravedad alemana, todo ello puede encontrarse en su obra, que resume, de forma más completa que la de cualquier otro compositor del siglo XVI, los logros de una época.

Inglaterra: William Byrd (1543-1623).

Entre las obras de Byrd se incluyen canciones polifónicas inglesas, piezas para teclado y música para la iglesia anglicana; Grout opina que: “indudablemente, sus mejores composiciones vocales son sus misas y motetes en latín.” También explica que debido a la situación religiosa de Inglaterra (anglicana) no es de extrañar que solo escribiese tres, aunque las califica como: “entre las mejores versiones de la misa escritas por un compositor inglés”, cosa que debido a la situación religiosa que él mismo cita no me extraña.
Fue el primer compositor inglés que absorbió las técnicas imitativas continentales.



Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525/1526 – 1594)

Vida y obra.
Nacido en el pueblecito de Palestrina sirvió como niño cantor y fue educado en Roma. En 1551 fue nombrado maestro de coro de la Capella Giulia, en San Pedro de Roma. En 1554 publicó su primer libro de misas, dedicado a su protector el papa Julio III. Fue durante poco tiempo cantor de la capilla sextina pero tuvo que renunciar por estar casado.
Después paso por San Juán de Letrán (catedral de Roma) y Santa Maria Maggiore.
En 1571 volvió a San Pedro donde permaneció como maestro hasta su muerte. Recibió dos ofertas de Maximiliano II y el duque de Mantua, pero las rechazó, aunque compuso 9 misas para este último.
En su inmensa mayoría, la obra de Palestrina es sacra, escribió 104 misas, alrededor de 250 motetes y otras muchas composiciones litúrgicas, además de unos 56 madrigales sacros con textos en italiano. Sus aproximadamente 100 madrigales profanos son (según Grout) técnicamente perfectos, pero conservadores, a pesar de ello, en épocas posteriores de su vida, Palestrina “se abochornaba y dolía” de haber escrito música para poemas de amor.

Su estilo.

Su técnica de composición se ha estudiado con una enorme minuciosidad, se le ha calificado como la “perfección absoluta” del estilo eclesiástico. Se le ha reconocida que captó mejor que ningún otro el espíritu de la contrarreforma.
Al poco de morir se hablaba de un “stile da Palestrina” como patrón de música religiosa polifónica. Los libros de enseñanza del contrapunto, desde el célebre Gradus ad Parnassum de Johann Fux (1725) hasta los más recientes se han fijado la meta de guiar a los jóvenes compositores a recrear este estilo.
Seguramente estudió de forma muy profunda las obras de los compositores franco-flamencos y adquirió la maestría de sus logros técnicos.
Grout nos ilustra su música de esta manera:
“El carácter diatónico dulce y, en especial, el discreto manejo de la disonancia, confieren a la música de Palestrina una serenidad y un transparencia sólidas.”
El estilo de Palestrina fue el primero en la historia de la música occidental que, conscientemente, se mantuvo, aisló e imitó como modelo en épocas posteriores. Es éste el estilo en que solían pensar los músicos cuando hablaban de stile antico o stile grave.

Los mitos de Palestrina.

La reputación de Palestrina se apoyó fundamentalmente en dos mitos, según Atlas.
El primero de los mitos hace referencia a Palestrina como el salvador de la polifonía. Este mito surge en 1607 de la mano del teórico Agostino Agazzari, consiste en la creencia de que cuando el concilio de Trento debatía sobre la supresión de la polifonía, el cardenal Borromeo le encargó una misa que se ajustase a los deseos de no empañar el texto. Entonces Palestrina compuso la Misa del Papa Marcelo.
En realidad la misa podría estar fechada unos años antes y no hay ninguna prueba de que fuese compuesta para tal fin.
El segundo de los mitos tiene relación con el apartado anterior y es el que ve a Palestrina como modelo pedagógico, modelo del stile antico, el estilo de contrapunto diatónico a capella, que pervivió hasta el siglo XIX (el mismo Beethoven estudió contrapunto al estilo de Palestrina). Esta visión de Palestrina llegó a su cima con el tratado de Fux (ya citado) que escribió en forma de diálogo entre él mismo y su maestro, Palestrina. Fux convirtió el estilo de Palestrina en norma pedagógica.
El problema es la exageración, el mito convierte a Palestrina en representante del contrapunto modal del siglo XVI, algo que no fue, pues también trabajo con la homofonía, sino no hubiese sido capaz de salvar la polifonía…

Bibliografía

- Donal J. Grout; Claude V. Palisca: Historia de la música occidental, 1 (Madrid: Alianza Editorial, 2006)
- Alfredo Floristán: “La ruptura de la cristiandad occidental: las reformas religiosas” pp. 98-104 en Alfredo Floristán (coord.): Historia Moderna Universal (Barcelona: Ariel, 2002)
- Allan W. Atlas: La música del renacimiento (Madrid: Akal, 1992)
- http://www.youtube.com/watch?v=KNaRcOhvtos (marzo, 2009)
- http://www.youtube.com/watch?v=VTdveOKGzXc (marzo, 2009)
- http://www.cpdl.org/wiki/images/sheet/pale-sic.pdf (marzo, 2009)
- http://www.cpdl.org/wiki/images/sheet/vic-omm6.pdf (marzo, 2009)
- http://images.google.es/ (marzo, 2009)

Iván Fernández Coba.
5º de Grado Profesional.
CMUS "Xan Viaño" de Ferrol.
Curso 2008-2009.