martes, 14 de enero de 2014

Veto al estudio, el mes de la vergüenza en el CSM Murcia.

Al cumplirse la cuarta semana, el veto expiró. Desde la tarde de ayer, previa publicación de un reglamento más severo - que se podía haber aplicado desde el primer día, pues no son más que unas normas básicas que debieran ser de sentido común - los alumnos del Conservatorio Superior de Música de Murcia ya podemos volver a hacer uso de las aulas vacías del centro -previa asignación- para estudio y ensayos de los grupos de Música de Cámara. Esto fue prohibido el día 16 de diciembre, justo antes de las audiciones de cámara y del final del trimestre.

Como agravante, cabe destacar que a pesar de que el curso comenzó el 23 de septiembre, no fue hasta finales de noviembre que se adjudicaron las franjas de ensayo para los grupos de cámara. Se puede dar el caso de que haya grupos que apenas hayan usado una, dos, o incluso ninguna vez las aulas para ensayar. Y esto es más cruel si tenemos en cuenta el estado de las cabinas de estudio y el enfrentamiento con el Conservatorio Profesional que nos impide usar sus instalaciones, pero eso es harina de otro costal. 

Vaya por delante que ni he tenido, ni espero tener, ningún tipo de antipatía personal con los miembros de la directiva del centro, a quienes tengo que reconocer el buen trato que les caracteriza y que en general nos ayudan en todo lo que está en su mano, aunque generalmente estén muy limitados en los márgenes de maniobra y poco más pueden hacer que recibirnos con buenas palabras.

No voy a entrar a valorar la causa del problema, han sido hechos suficientemente graves - que sumados a otra infinidad de hechos más leves - que desde luego pedían que se tomasen algún tipo de medidas, y no pretendo de ninguna manera justificarlos. Pero el fin no justifica los medios.

Las formas, este conservatorio ha perdido las formas. Y lo peor de todo es que lo hemos consentido sin rechistar. No es de recibo que paguemos justos por pecadores, ni recibir una semana antes de tu audición de música de cámara un E-Mail de tu profesor avisándote de que queda prohibido el uso de las aulas para ensayo sin más explicación. Ni es de recibo que pase un mes y sigamos sin ninguna explicación, sin motivos ni razones oficiales. 

La inmensa mayoría de los alumnos del centro no hemos incurrido en ninguna de las supuestas faltas -porque no hay versión oficial- que se nos atribuyen y por las cuales "se nos ha castigado" (sic): no tenemos acceso a los pianos del salón de actos para que los podamos rayar al moverlos, ni nos llevamos atriles -a veces hasta tenemos que traerlos de nuestras casas ante la escasez de los mismos-, ni robamos nada, ni dejamos el aire acondicionado encendido -ya que ni siquiera podemos encenderlo-, ni dejamos las luces encendidas -las pocas que quedan, que a veces hasta circulamos por los pasillos en plena oscuridad-, tampoco dejamos marcas de tabaco o café en los pianos -porque tampoco podemos ir a clase con el café o fumando-...

Y aún tendremos que dar las gracias por "levantar el castigo", repito, sin ningún tipo de explicación. El daño está hecho, los ensayos y las horas de estudio no son recuperables, no podemos volver hacia atrás en el tiempo. Pero tendremos que agachar la cabeza y dar las gracias porque los amos y señores del Massotti Littel nos permiten a la plebe campar por sus dominios y... ¡qué barbaridad, usar sus aulas! Quién lo hubiera pensado, usar las aulas vacías de un conservatorio para estudiar música y para ensayar, vaya ideas tenemos. 

La jugada, hay que reconocerlo, ha sido maestra. Nos ha dejado en estado de shock, acostumbrados a la inacción, simplemente no supimos cómo reaccionar. Y cuando nos quisimos dar cuenta, esperando no sé si una rectificación o un milagro, se nos echaron encima las vacaciones de Navidad. Pero tampoco en esta primera semana del año hemos sabido qué hacer, entre el regreso, el síndrome post-vacacional, el estrés que precede a los exámenes... nos hemos quedado una semana esperando a ver si las muy merecidas toneladas de carbón que tienen que haber depositado los Reyes Magos en algunos despachos del conservatorio hacían recapacitar a sus señorías.

Y se empezaron a escuchar rumores, de nuevo. Una constante en todo este conflicto, aunque denominarlo así es mucho decir, pues aquí sólo ha movido ficha una parte, los demás nos hemos sometido totalmente, poco más que un leve pataleo. Esta reacción me desanima, pues en lugar de haberse plantado el primer día defendiendo nuestro derecho a estudiar y a usar las instalaciones del centro para lo que fueron concebidas, decidimos amoldarnos a la situación como hacemos con las deficiencias del centro que sufrimos en silencio a diario, la gota no colmó el vaso. 

Precisamente este vaso que nunca colma es lo que más me preocupa, hoy es un capricho pasajero de la directiva (¿o de algún directivo en concreto?), pero ha pasado igual que con la pasividad con la que no hemos sido capaces de reclamar nuestro estatus de Grado Universitario y aún peor, mañana puede ocurrir cualquier cosa mucho más grave y no puedo confiar en que sepamos reaccionar de alguna forma. ¿Será que debo pensar como la mayoría, que si todo sale bien solo quedan unos meses para acabar y poder huír lo más lejos posible? Y por supuesto, por vergüenza, nunca contarle nada de esto a nadie, como hacemos con todo.