domingo, 12 de febrero de 2012

¿Y todo esto para qué?


La pregunta es casi obligada. Hace escasos días, el tribunal supremo ha tirado por la borda la que, por su duración, ha sido una mera ilusión, una broma pesada, la idea de que los músicos podíamos obtener una titulación universitaria de igual nombre y rango que el resto, tal y como ocurre en gran parte de los países del mundo.

El plan bolonia y la Ley Orgánica de la Eduación (LOE) nos ofrecían el sueño de unas titulaciones estándar para el conjunto de la UE, el llamado Espacio Europeo de Educación Superior. Era una oportunidad única de arreglar todo lo que no había funcionado bien en los planes anteriores (66, y LOGSE), y de dejar a las futuras generaciones de estudiantes-músicos un buen plan de estudios que los formase mejor. Hay que decir que por lo general, este es el espíritu de cualquier reforma en los planes de estudio, hasta aquí todo normal.

Pero, en las enseñanzas artísticas no hay nada normal, la propia denominación lo dice: Enseñanzas de régimen especial. Y lo que ocurrió fue que las cosas se hicieron tarde, y mal, para variar. Mientras el plan bolonia se empezaba a aplicar en algunas facultades, que habían diseñado sus nuevos Grados, y el resto estaban hasta las cejas de trabajo en la elaboración de sus nuevos planes de estudio, en los conservatorios todavía no sabíamos la que se nos venía encima. Porque la universidad y el resto de enseñanzas superiores nunca han ido demasiado de la mano.

Los primeros en fallar, los políticos, sin duda. Esto no creo que sorprenda a nadie. El decreto para la aplicación del plan bolonia en las enseñanzas artísticas se aprobó deprisa y corriendo, un decreto de mínimos, instando a otros a desarrollarlo. Pero en el estado de las mil administraciones casi nadie reparó en ese decreto desde octubre de 2009 hasta mediados de 2010 (prácticamente en fin de curso), cuando las autonomías  tomaron cartas en el asunto, instando a sus conservatorios a implantar los grados en música al curso siguiente (tan solo unos meses más tarde). El resultado, un caos.

El primer regalo del nuevo plan bolonia fue el caos en las pruebas de acceso. En medio del caos, y a pocas semanas de la realización de las mismas, las consejerías de educación y los conservatorios tuvieron que decidir si hacían las pruebas de acceso según el modelo LOGSE o LOE (el proceso por el nuevo plan incluye novedades, como una prueba auditiva). Como resultado tuvimos pruebas aplazadas a una fecha por determinar en julio o en septiembre (Galicia y Madrid por ejemplo, casos que he vivido en primera persona) y otras muchas que se realizaron por el sistema anterior en su fecha prevista. 
Manuscrito de Beethoven.
Luego, nuestros profesores tuvieron que pasar un verano reordenando nuestro viejo grado superior, haciendo cálculos de créditos ECTS hasta encajarlo todo y dejar más o menos planificado un currículo de 4 años bajo la promesa de un Grado en Música. Digo más o menos, porque en algunos casos no está claro que haya un plan completamente detallado, a juzgar por lo poco que se publica sobre él, y los cambios que se realizan año a año. Da una horrible sensación de improvisación constante.

No es la primera vez que, medio en serio o medio en broma, se comenta la posibilidad de que cuando acabemos, nos podamos llevar una desagradable sorpresa, resultado de esta falta de planificación (créditos o materias de menos, o que no se reconozcan) y nos podamos ver perjudicados de alguna manera. Si a alguna autoridad educativa, en un arrebato de inspiración, le da por revisar los planes de estudios de todos los conservatorios, y ve las diferencias que hay... nuestro plan de estudios, en concreto, no está aprobado por nadie, el día de mañana acabaremos y alguien le dará el visto bueno. Pero... ¿Y si no lo hace? No es algo probable.. ¡Pero no es imposible! Estudiamos sobre una inseguridad y una desprotección jurídica bastante importante.

El año pasado había un curso de armonía y medio, este año ya son dos. El año pasado había otro tanto de contrapunto, este año ya ha desaparecido todo. La informática que este año se hace en 2º, el año que viene estará en 1º. El segundo instrumento que hay en 1º ha aparecido este año por arte de magia, pues el año pasado nadie sabía de él, y en cambio había un repertorio orquestal, que estamos dando por duplicado, pues ahora está en 2º.

Los centros no han recibido apoyo de las instituciones, se ha hecho un enorme esfuerzo extra, por intentar adecuarse en tiempo récord y nadie ha supervisado nada. Han tirado la piedra, y han escondido la mano. Y luego han recortado la piedra tambien, porque estamos en crisis, y claro, si hay que prescindir de algo, la educación es la primera en pagar. No contentos con todo, se han recortado partidas a los conservatorios, se ha reducido el número de profesores, e incluso algún centro ha tardado tanto en cobrar el dinero, que no se ha podido encender la calefacción ni pagar el teléfono por falta de liquidez. Porque señores, de la administración pública ya no se fía nadie, pero esa es otra historia.
Tribunal Supremo. Madrid
Dos años despues de todos estos sacrificios, resulta que el tribunal supremo le da la razón a la universidad de Granada. No podemos tener un título universitario, porque no vamos a la universidad. Cristalino y transparente, agua. Entonces...¿Cómo no se ha dado cuenta nadie antes? ¿De verdad nadie pensó que esto podía pasar? ¿Ninguna persona en el ministerio de educación pensó que una universidad podía reclamar, y que tendrían razón? ¿De verdad fueron tan ingenuos que pensaron que nadie se daría cuenta, que podían meternos en el saco con todos y nadie diría nada? ¿Que podían crear títulos de la nada, sin reformar el sistema?
 
Por lo que se ve, así fue. La solución fácil era poner en el decreto que los conservatorios podían actuar como universidades, y que con eso sólo ya llegaba. Luego cada conservatorio se busca la vida para adecuar los créditos... y listo, graduados en música. El resultado es una adaptación del anterior Grado Superior, con algunos cambios, que pasa a convertirse por arte de magia en un Grado que además es válido en el famoso EEES (Espacio Europeo de Eduación Superior), todo un logro, vistas las circunstancias.

La sentencia mata las aspiraciones de un grado en EEAA en nuestros conservatorios.

Ahora empieza un período de incertidumbre, hasta que alguien en el ministerio mueva ficha y decidan algo. La solución más probable es la de que nos adjudiquen un Título Superior equivalente, vamos el mismo parche de toda la vida. Pero a la vez esta sentencia abre la puerta a que las universidades muevan ficha definitivamente en favor de la música (aunque teniendo en cuenta lo volcadas que están en las carreras científicas, yo no apostaría demasiado) al poder ellas ofertar el tan ansiado Grado que nos iguale en nombre, y no sólo en equivalencia. Que nos quite el complejo de músicos que la sociedad a veces nos crea.
Dos años después, parece que volvemos al mismo punto, ¿o quizás nó?

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